Una y otra vez

Cuando todo acaba,
aferrarse parece la única opción
pero es la que más te destruye,
te dañas los nudillos, las palmas,
y al final
ya no puedes sostenerte a nada,
ni a nadie.
El modo automático se activa
y limitarse a existir se convierte en tu mecanismo de defensa
porque es lo único que queda.
Es como mirar a un punto fijo
sin estar consciente de hacerlo
y sonreír
para que no piensen
que también te han quitado tu luz.
No sé mucho de partidas,
sólo sé que son las únicas capaces
de partirme en dos,
que he dejado de creerme
y dudo de todos los argumentos
y lanzo preguntas al vacío,
cuestionando por qué a mí
si resistí siempre,
si cedí,
si estuve.
Tal vez
nunca dejaré de extrañar
a quien fui,
tal vez tengo ganas de conocer
a quien seré
pero ojalá
no tenga que regresar
a romperme la cara
al mismo muro
una
y
otra
vez.

- María Celeste R.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Piezas perdidas

Te quiero