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Mostrando las entradas de mayo, 2015

Por si nos despiertan

Decirnos «te amo», incendiar nuestras ganas y bailar sobre las cenizas, ser pluma y papel, fuego y viento. Abrir las puertas, las ventanas y desempolvar la memoria. Vivir en un girasol y mirar el cielo hasta que creamos que ese es nuestro hogar. Correr a la velocidad de las aves y volar con la misma pasión con la que nadan las sirenas —creo en ellas y no me interesa la opinión científica—. Colarnos entre un par de comillas y encerrarnos en un par de líneas, bajar la cremallera  y desvestirnos de ansiedad, jugar a que tú me escribes y yo me encuentro. Tejer y bordar caminos en los que podamos caminar, bebernos las madrugadas  en cualquier bar. Trazarte un beso y seducir a tus instantes, decir “lo siento” y soltar ese orgullo que cargamos. Despeinar el mar y meter sal en tu pecho hasta que sanen las heridas, embriagarnos de nosotros mismos y deshacerte la costumbre. Robarte el verano y volarte la sombrilla, ser viento y tú, el diente de león. Hacer todo eso ya, en esta vida, no esperar a

Digamos...

Digamos que si me llamaras a las 3:45 am y me pidieras un último beso antes de entregarte al mundo, te lo daría y con gusto iría descalza y desnuda de cualquier prejuicio o idea que me haga pensar que no eres tú quien me inyecta una dosis más de locura. Digamos que me abres la puerta y me dices que ya me habías estado esperando dos vidas mucho antes de conocerme, entonces siento que soy nubes, tú eres mi cielo y todos tus lunares son las aves   que esperan que las conquistemos. Digamos que te doy ese beso que querías antes que llegue el amanecer y nos diga lo estúpidos que somos al vivir esto de manera tan desenfrenada. Y entonces me vale, yo te quiero, tú me quieres y si quieres me quedo toda la vida a darte ese beso que te recuerda que en la vida no todo es ese constante flujo de mercadotecnia sino tu sonrisa bailando en mis clavículas. —  María Celeste R.

Sería bonito volverse locos

¿Han pensado lo bonito que sería
 volverse locos?
 Yo sí
 y lo primero que haría sería pedirte que compráramos dos boletos a cualquier lugar 
y nos fuéramos,
 sin importar nada.
 Ponerme a bailar con cualquier extraño
en la calle y decirle que la vida es más feliz
 haciendo lo que los demás nunca harían.
 Comprar flores y regalarlas,
 nadar en una fuente,
 brincar hasta el cielo,
 beberme los mares,
 besar tus lunares,
 escribir en los muros,
 asaltar los museos,
 sonreírle a un anciano,
 perseguir los amaneceres,
 cantar en ropa interior,
 besar el sol,
 cantar todo el día,
 desvestirme de miedos,
 pedir perdón. — María Celeste R.

Madrugadas y tu puto recuerdo

El viento agita mi alma y me recuerda tanto a ti y a ese estúpido efecto que provocabas en mí cada vez que besabas el sol y sonreías. Miro el cielo y me dan ganas de comerme su inmensidad hasta saciar el vacío que me cargo desde que tomaste otro tren que no fue el mío. Eras mar y me ahogabas, yo era ola y me rompía al chocar contigo. Presiento que esta noche trae doble ración de recuerdos y melancolía, y ya sé que todo el día me la he pasado recordándote pero es que, cariño, tú no eres de los que se olvidan ni yo de las que tiran los recuerdos en cada esquina como si fueran colillas —ni tú eres cigarro ni yo una adicta— tú eres mi cicatriz imborrable  y yo la suicida que dejó que la cortaras. — María Celeste R.

Madrugadas que duelen

Y es cierto que en esta madrugada  tu recuerdo se ha colado entre mis sábanas  y ha entrado en mí arañando por dentro  hasta que tuve el valor de liberarlo en un poema. Escribí tu nombre y siguió doliendo el sólo repetirlo, creo que lloré pero no hice algún ruido para no despertar a los momentos que me dañan y se clavan en mí como estacas  cada vez que se me da por recordarte. Me mordí los labios y me desmoroné. Siempre es así. Te recuerdo, me daño y entonces, ya no sé si es amor o añoranza. — María Celeste R.

Perdida

Me siento perdida y perdedora.  Últimamente siento cómo el tiempo me come  y me gana,  siento que mi amanecer  se ha tornado blanco y negro,  las canciones sólo atraen el llanto  y mi vida cuelga del barranco,  uno del que me suelto  pero siempre hay un testarudo que me coge antes de caer al vacío.  He perdido a personas importantes para mí,  ya no sé lo que es tener un amigo   ni un hombro donde poner mi rostro  y llorar hasta que la sequía llegue a mi tristeza.  Los nudos en mi garganta son más frecuentes  e insoportables,  he llegado a creer que es el mundo el que se me atora y no la simple angustia de saberme vulnerable.  He olvidado lo que es despertar  y tener ganas de vivir cualquier naufragio  y bailar en cualquier isla. Me siento ahogada, olvidada,  cansada,  frustrada.  Creí saber lo que quería pero estoy en un punto  en el que ya no estoy segura de nada ni de nadie. Sólo sé que quiero dormir  y despertar siendo la misma de antes,  incluso mejor.  No sé si todos los humanos t

Escribirla en pasado duele

Salir a las 2:35 a.m de su casa, descalza y con el cabello hecho un desastre sólo para bailar su canción favorita  en una carretera vacía y sin autos, era una locura. Pero así era ella estaba loca y era preciosa. Tenía una sonrisa enorme y eso que no tenía muchos motivos para sonreír, se olvidaba de los semáforos en rojo y se lanzaba al tráfico de sus sentimientos sin miedo a morir en el intento. “Tienes que vivir y ser vida” me decía pero yo era muy pequeña para entenderlo, sin embargo,  ahora me doy cuenta de todo, de ella,  de la vida. Me enseñó a luchar  y hoy ya no me intimido ante cualquier batalla, me hizo una guerrera con pluma y criterio como armas. Me enseñó a disfrutar, a aferrarme y a saber soltar. A amar, a reír, a saltar, a escribir en la luna... Por supuesto que era vida, incluso resurrección. Mirarla era vivir y padecerla era maravilloso. Efímera y dinamita, explosiva y arrebatadora, así era ella. Lo único que me duele de todo esto es no poder escribir un «Es» en lugar

Y si...

Y si te llamara y te diría que vuelvas ¿Vendrías? Si te dijera que te amo y que mentí cuando te dije lo contrario ¿Volverías? Tenia miedo y ahora también pero ya no puedo seguir cargándote en mi espalda, ni escribirte cada minuto  o relatar más de 27 vidas contigo porque me daño y saberte lejano termina por disparar el arma que llevo cada vez que se me da por extrañar tu perfume en mi piel. Si te buscara y me lanzara a tus brazos  como la suicida que soy ¿Me abrazarías? Y si acaso estuvieras dispuesto a besar mis cicatrices y la terrible añoranza que me cargo ¿Me dirías que sí? — María Celeste R.

Deseos

No puedo soportar las ganas que me dan de tirarte al suelo y comerte a besos cada vez que te veo. Besarte lo párpados, las comisuras y el cuello. Quedarme prendada de tu aroma y que ni boca baila al compás de tus deseos. Amarnos hasta saciar la ansiedad que nos araña por dentro y así hasta desbordarnos por las grietas. — María Celeste R.