Confinamiento
Somos canciones sin terminar, espejos rotos que creen en la suerte, líneas torcidas, aceras quebradas. Y pedimos que el mundo se detenga, al menos por medio minuto, que nadie llame a la puerta y nos dejen preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, porque ya no tenemos certeza sobre nada. Y de repente, lo que siempre deseamos deja de tener sentido, nuestros sueños se cambian por otros y parece que nada de lo que hemos construido vale la pena. Y regresamos al principio, a dónde no sabíamos nada, a la búsqueda de razones, al descarte de caprichos. Toca empezar de nuevo, ser valientes, renunciar a todo y tomar lo único aún nos importa. - María Celeste R.