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Mostrando las entradas de septiembre, 2019

No más

No quiero un reloj que me diga que voy tarde de nuevo a tu vida, una flor con un solo pétalo, ni nada que suene a despedida. No necesito malas canciones ni un océano con mis lágrimas, poemas con complejo de cuchilla que dejen sueltas algunas víctimas. No quiero una falsa sonrisa que rompa la mitad de mi tristeza, estoy bien con mi melancolía, ahora es mi única certeza. No quiero nunca necesitarte ni mis manos dentro de tu cabello ni ver a tu cínico hoyuelo o a mis comisuras en tu cuello. - María Celeste R.

Una y otra vez

Cuando todo acaba, aferrarse parece la única opción pero es la que más te destruye, te dañas los nudillos, las palmas, y al final ya no puedes sostenerte a nada, ni a nadie. El modo automático se activa y limitarse a existir se convierte en tu mecanismo de defensa porque es lo único que queda. Es como mirar a un punto fijo sin estar consciente de hacerlo y sonreír para que no piensen que también te han quitado tu luz. No sé mucho de partidas, sólo sé que son las únicas capaces de partirme en dos, que he dejado de creerme y dudo de todos los argumentos y lanzo preguntas al vacío, cuestionando por qué a mí si resistí siempre, si cedí, si estuve. Tal vez nunca dejaré de extrañar a quien fui, tal vez tengo ganas de conocer a quien seré pero ojalá no tenga que regresar a romperme la cara al mismo muro una y otra vez. - María Celeste R.

Nos necesitamos vivas

La muerte de una, es la impotencia de todas. El "nos avisas cuando llegues" de mis padres. El "mejor te acompaño a tu casa" de mis amigos. El "cuídate mucho, no andes sola" de mis profesores. El "lleva siempre algo para defenderte" de las pláticas preventivas. Frases que he escuchado desde mi infancia y que se convirtieron en un recordatorio como seguro de vida. Pero no son suficientes. Qué pena y qué rabia que ser mujer sea un eufemismo de muerte. Según la ONU en los últimos 15 años han muerto 23,763 mujeres y niñas de manera violenta en México, el 98% de los feminicidios en Latinoamérica han quedado impunes, 1 de cada 10 niñas en el mundo ha sido abusada sexualmente, el 70% de las víctimas de trata son mujeres. Estas son cifras alarmantes pero a muchos solo les preocupa que generalicemos. ¿Por qué tengo que cuidarme? ¿Por qué me enseñan a cuidarme de no ser violada o asesinada y no les enseñan a otros a no violar o matar? Claramente, los

Como siempre

Últimamente te veo en todas partes, en el final de un libro, a la mitad de un poema, colgando de una canción, en una película... Incluso anoche me pareció verte en televisión. Pero hoy todo me es más claro y sé que no te encuentro, lo que ocurre es que siempre te estoy buscando, y es ridículo porque me sé de memoria tu número, conozco tu dirección y los lugares que frecuentas, pero ya no sé cómo hablarte sin romper a llorar, cómo decirte que la vida es más triste sin ti. - María Celeste R.

Has regresado a mí sólo para romperme más y presiento que me vas a doler toda la vida. - María Celeste R.

Tengo tantas cosas por contar pero desconozco el idioma de los poetas, la métrica no es mi fuerte todas las líneas son vagas por eso nada de lo que escriba estará a la altura de lo que siento. Tengo tantos miedos que si fueran tela podría hacer una manta para esconderme cuando llegue el fin del mundo, porque soy fatalista y temo hasta de los dos golpes que dan a mi puerta, los cuales nunca atiendo porque no sé si al abrir encontraré felicidad o desolación. Tengo tanto en el pecho que ya se me han acabado las lágrimas, los sentimientos me asfixian y se quedan atorados en mi garganta porque no logro vomitarlos. Y la bulimia nunca será poética. Tengo tantas suturas en mi músculo cardíaco que no me sorprendería ahogarme por dentro por culpa de una hemorragia imaginaria pero no soy médico, sino una niña que sólo sabe de banditas y metáforas. Tengo tanto que todo lo que escribo parece nada porque mi vida siempre ha sido un vaso que ya no sé si está medio lleno o medio vacío pero siempre est

Sometimes

Digo "sí" cuando debo alejarme y "no" cuando debería correr el riesgo. Mis deseos nunca se cruzan con mis acciones y mi desdicha es un efecto colateral de un miedo cuyo origen desconozco y me desgarra por dentro. Nací después de dos abortos, dicen que fui un milagro y me gusta creerlo pero a veces siento que les robé a los no nacidos y que me he quedado también con su mala suerte. La felicidad no es mi objetivo pero quisiera que no llegara tan tarde a mi vida y que ojalá cada dos por tres tocara a mi puerta. No todo es malo, no puedo quejarme pero suelo tener un agujero en el pecho y sé por qué pero escribirlo me hará recordar y recaer. A veces sí soy feliz. — María Celeste R.

Siempre

Teníamos una cita, esta noche. Tropezaste con la cuerda y no llegaste. Me enredé en una venda y sufrí una aparente ceguera. Tus pies colgaban y tu cuello era morado. Me han recetado olvido, la enfermedad es el recuerdo. Ya he podido soltarme el nudo pero sigo encerrada. Las camisas de fuerza no detienen la locura, la acrecentan. Teníamos una cita, todavía la tenemos, todas las noches. Yo te espero. Siempre. — María Celeste R.
Desconozco la fuente que me provee de fortaleza en la lucha, me he atrevido a llamarlo motivo que tiene la misma pinta que lo que imagino cuando cierro los ojos y pienso en mí dominando cada uno de mis pasos. Me gusta soñar que puedo ser otra persona con los miedos adiestrados, las inseguridades erradicadas y las dudas escondidas debajo del colchón. Escribo mis metas al final de cada uno de de mis cuadernos, por si algún día se me ocurre acudir ahí para escribir un mensaje de rendición. No me mantengo por idealista sino por mi descabellada idea de querer sobrevivir en un mundo que no conoce de finales felices y en los que, tontamente, he creído toda mi vida. — María Celeste R.
Tengo miedo de que pienses que te deje ir porque no me importas o porque no te quiero. Es todo lo contrario. Reconozco el tipo de persona que soy y sé qué tipo de persona eres, te conocí lo suficiente para darme cuenta que juntos nos estrellaríamos contra la pared. Fue intenso, efímero y fugaz. Lloré mucho, más de lo que sonreí. Tengo miedo de que pienses que te deje ir porque no me sentía suficiente o tenía miedo de lastimarte. Pero no. Me alejé porque necesitaba permitirme ser feliz. - María Celeste R.
Ella sonríe pero está triste la mayor parte del tiempo, le da miedo estar sola pero no soporta el escándalo y llora en silencio en los rincones más oscuros y se muerde los labios buscando encontrar algo que le duela todavía más. Tiene miedos, muchos, el más grande es ahogarse con sus propias lágrimas y aún así, no lograr vaciarse por dentro. Ha amado y le han partido el alma en dos y se ha preguntado si lo mejor de ella no fue suficiente. Y quizá sí, quizá no, Sigue sintiendo un nudo en la garganta. recordando las risas, las sonrisas, las manos en el rostro, la emoción y el brillo en los ojos. Y ojalá pasen ya diez años, se mude de país o pierda la memoria. Porque es insoportable vivir con la estaca del pasado enterrada en pecho. - María Celeste R.

No lo olvides

Quiérete. Quiérete tanto que nadie pueda hacerte sentir menos. Que al verte al espejo, en vez de entristecerte, sonrías y creas que nadie puede contigo. Quiérete tanto hasta que se te olvide que alguna vez pusiste a otra persona antes que a ti, que lloraste creyéndote insuficiente; que al leer frases de empoderamiento leas tu nombre en cada línea. Quiérete tanto para que nunca aceptes menos de lo que mereces. Quiérete por si al final todos se van te quedes tú para ti siempre. -María Celeste R.
Seré mayor y probablemente seguiré escuchando las mismas canciones que lloro todas las noches. Recordaré antiguos amores y se me hará un nudo en la garganta, releeré la cartas y desearé volver a esos días en que sólo me importaba que alguien me quisiera. Pero seré mayor y quizá ya no me importen los sentimentalismos, seguiré mis propias reglas y ni siquiera recordaré a quien tanto me hizo sentir porque me querré mucho y conmigo será suficiente. Seré mayor y puede ser que evolucione, me estanque o cambie radicalmente; pero siempre seré esa niña que necesita un abrazo al menos una vez al día. - María Celeste R.
Quisiera, por un momento, no pensar en ti. Olvidarme por completo de la playa que formas con la piel, del océano tan bonito que te cargas en los ojos, de tu boca, tan parecida a un barco que, constantemente, naufragaba en mis labios. Quisiera que no existieras para así ocupar mis deseos en otras cosas porque desde que te conocí todas mis velitas de cumpleaños se apagan con el susurro de tu recuerdo; quisiera que te borres del mapa para así poder encontrarme e intentar conqu istar otras islas. Pero eres un iceberg con el cual mi velero siempre se estrella y así no puedo continuar. He intentado no mirarte como si eso anulara tu existencia, pero a veces soy ingenua y me aferro a cualquier tontería para que dejes de dolerme. Te quiero, tanto que parece irreal, tan cierto que pareces un rasguño en mi pecho. Quisiera decirte adiós, como se lo digo a todo el mundo, pero tengo la manía de voltear cada vez que dices mi nombre y parece plegaria. Quisiera que no existieras, pero de no
Me llamaste "amor" y te creí cada palabra, me subí a tu bote y acepté, ferviente, cada naufragio. Navegamos juntos, soñamos bajo las estrellas y cruzaba los dedos para que cada segundo durara un siglo. Te quise y tú a veces lo hacías. Te veía de soslayo y comenzaba a creer en las galletas de la fortuna que me decían que iba a estallar de dicha. Pero nada fue suficiente, nada importó demasiado, no me quisiste tanto. Fui un poema que pusiste dentro de una botella y lanzaste al mar. Sin pensarlo dos veces. - María Celeste R.
Necesito que me olvides, que recuerdes los motivos por los que me odias porque sólo de esta forma no volverás a buscarme. Que no quieras volver a tocar a mi puerta, olvida mi risa, mi voz, mis manos, mis insistentes ganas de querer intentarlo de nuevo. No quiero ser esa canción que termines odiando de tanto repetirla. Así que, por favor, olvídame. - María Celeste R.

Pero al final llega

El olvido tarda en llegar pero al final lo hace y te encuentras con que ya no piensas en nadie al despertar, los lugares ya no te atormentan con pequeñas escenas en la mente llenas de risas como en una película, su nombre deja de ser un tema en cada conversación que tienes y el pecho ya no duele cuando ves una fotografía suya. Parece lejana la temporada de llanto nocturno y tristeza constante, pero nada es para siempre, ni el amor, ni el dolor. Olvidar puede llevarte meses, incluso años pero al final la vida no es tan cruel como para hacerte extrañar a quien, al irse, ni siquiera miró hacia atrás. - María Celeste R.
He sido un momento, un mientras tanto, alguien temporal. No he sido lo suficientemente cálida para que alguien decida quedarse conmigo. Cada día veo pasar personas que pudieron ser, con quien pude ser, pero parece que me falta algo para que me digan que sí a la primera. Y tú, fuiste un niño que tocó el timbre de mi casa y salió huyendo. Riendo a carcajadas. - María Celeste R.

Somos

Somos, probablemente, el primer pensamiento de alguien al despertar. O no. Quizá somos el recuerdo en medio de una carcajada, la sonrisa triste al final de una película, los ojos cerrados al pasar por (ustedes saben) "ese lugar", el nudo en la garganta al releer los mensajes de texto, el deseo en silencio que se pide en cada pestaña caída. O no. Quizá no somos nada para ese alguien. Y todos nuestros líos mentales sólo son historias creadas en mitad de la noche cuando no podemos dormir y preguntamos: ¿Pensará en mí? Eso somos. Eso tenemos. Esperanza. - María Celeste R.
El tiempo pasa y pasa rápido, un día tus pies cuelgan de la silla y al otro te encuentras buscando respuestas a preguntas que probablemente no tengan solución. Un día estás triste, con los ojos hinchados y la playlist deprimente sonando en bucle. Al otro, te duele el estómago de tanto reír y lo único que quieres es bailar hasta que se te olvide tu nombre. A veces te aíslas, a veces te regalas al mundo. Yo me encuentro en ese momento en el que sé que no habrá nada ni nadie que pueda quebrarme, en el que todos mis problemas los escribo con plumones color pastel y mi cuerpo se queja al más mínimo intento de abrirle la puerta a la tristeza. Se los dije: El tiempo pasa, nada dura para siempre, por suerte Te lo dije, amor, que no me ibas a doler toda la vida. Me lo dije: "Vas a salir de esta". - María Celeste R.
Suelo levantarme muy temprano los domingos, me anoto en la mano ideas para futuros posibles poemas, tengo al entusiasmo como bandera y desvelarme no es lo mío. Disfruto el verano pero prefiero el otoño, me gusta el verde, los delineadores de colores son mi día a día, uso arracadas todo el tiempo. Hablo mirando a los ojos, gesticulo demasiado al explicar, a veces soy muy exagerada, lloro con facilidad y hay palabras que me lastiman mucho. Le tengo fobia a las aves, odio deshac er maletas, a la playa siempre le doy un sí, no sé querer de otra forma que no sea dándolo todo e intento ser una buena persona, cada día. Puedo decir que soy feliz, que nunca hago nada si no estoy convencida y que la persona en la que me estoy convirtiendo ya se está pareciendo un poco a la que aspiro. Pero tengo un problema, el mismo de siempre, el mismo pensamiento que se atraviesa en los momentos menos oportunos: Ojalá te hubieras quedado conmigo. - María Celeste R.
Pienso, pienso y pienso. En cada minuto perdido intentando convencerte que yo era la indicada, que la buena era yo y que no me encontrarías en otros ojos. En cada vez que te vi como mi única opción entre miles, que yo era la última en tu lista, y a pesar de ello, siempre te elegía a ti. En cada media sonrisa que me dedicabas, en las tonterías que salían de tu boca cuando estabas nervioso, en tu incompetencia para tomar tus propias decisiones cuyas consecuencias te gustaba que  recayeran en otros. Pienso en tu desfachatez, en tu cinismo, en la incapacidad que tenías de hacerte cargo de ti y de tus complejos, de tus traumas, de tu delirio de persecución, de tus pésimas elecciones. En tu necesidad de decirme que me amabas pero olvidabas apuntar que era sólo cuando tú querías, en tus flores marchitas, tus cartas vacías, tu terrible humor y esa manía de desaparecer cuando la vida se desequilibraba. Pienso, pienso y pienso en todo eso, en lo miserable que me hacías sentir, en mi rabia acumu
Te lo estás perdiendo. No lo sabes pero pierdes, todos los días, cada minuto que pasa estás perdiendo. Me da pena por ti, por tu yo del pasado y el del futuro. Te estás perdiendo a la persona en que me estoy convirtiendo, no estás viéndome ganar, perder, aprender. No sabes del nuevo cantante que he descubierto, el último libro que he leído, sobre mi reciente tropiezo, no escuchaste mi risa más sincera de esta semana ni tienes idea de que ya me gusta la miel. No sabes de los colores que uso en mi letras, mis nuevas expresiones, mis últimas adquisiciones, la forma en la que coloco mis almohadas cada noche. Ya no soy la persona que conociste, no sé si te gustaría conocerla, pero haré todo lo posible para que no lo hagas. No la mereces. Te estás perdiendo la mejor versión de mí misma, hasta ahora. Y qué pena. - María Celeste R.
Ojalá que pasen las manos por tu cabello y lo enreden en sus dedos con mimo, que te besen las pecas una a una como si de eso dependiera la vida, que te toquen los labios a modo de juego y a final terminen por comerte a besos. Ojalá te escuchen cuando la vida se te desarme y te ayuden a encontrarte entre los escombros, que te saquen al menos una sonrisa al día y te den motivos para querer levantarte al día siguiente. Ojalá te cuenten secretos, ilusiones y sueños, que tracen un  camino desde las venas de tus brazos hasta tu clavícula con cariño, que te quieran bonito, bien y sin miedo. Ojalá que te quieran dándolo todo, que te respeten, te apoyen y te impulsen, que estén ahí cuando tu mundo se venga abajo, que te merezcan. Si no es así, qué jodido lo tienes, porque yo fui esa persona. Y alguien así no lo encuentras dos veces en la vida. - María Celeste R.
Y pasarán los años. La vida correrá justo en frente de nosotros y apenas nos daremos cuenta porque pocas veces nos percatamos de lo que es realmente importante y de lo insignificantes que somos para el tiempo. Y probablemente nos volvamos a encontrar, quizá te reconozca, quizá te siga buscando entre miles de miradas, quizá sonría al verte. Y seremos más viejos, con más experiencia, menos ilusión pero las mismas ganas, Hablaremos sobre lo vacías que son las promesas que hacemos cuando somos jóvenes y que el amor de tu vida no es el primero que hace temblar tu suelo. Que los para siempre a veces duran sólo tres días y hay besos que se recuerdan para toda la vida. Que pueden pasar muchas personas, y, probablemente, nos la pasemos pensando en una sola por siempre. Y pasarán los años. Y quizá te siga queriendo o no, quizá te siga pensando, o no. Pero me queda claro que, al final, terminamos tropezando con la misma piedra que insistimos en esquivar, una piedra demasiado tenaz para pe