Siempre

Teníamos una cita,
esta noche.
Tropezaste con la cuerda
y no llegaste.
Me enredé en una venda
y sufrí una aparente ceguera.
Tus pies colgaban
y tu cuello era morado.
Me han recetado olvido,
la enfermedad es el recuerdo.
Ya he podido soltarme el nudo
pero sigo encerrada.
Las camisas de fuerza
no detienen la locura,
la acrecentan.
Teníamos una cita,
todavía la tenemos,
todas las noches.
Yo te espero.
Siempre.


— María Celeste R.

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