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Mostrando las entradas de julio, 2015

Ella soy yo

Era una chica hecha de trozos de mundo, tomaba todo lo que se encontraba bueno o malo, tomaba malas decisiones y los peores o las mejores oportunidades y a las mejores personas. Estaba hecha de un sinfín de maravillas, se quedaba con mucho de la gente y dejaba mucho de ella en otros. Soñaba con tomar una maleta subirse a un tren y despedir a todos con un pañuelo, estaba loca y sufría sobredosis de películas románticas y novelas que le quitaban el sueño y la vida. Se sentía imparable y lo era,  porque se lo repetía a si misma porque se lo creía. Le gustaba que la contradijeran amaba hablar y exponer sus argumentos y los demás amaban ver el brillo en sus ojos que se le subía cuando hablaba con tanta pasión. Todas las tardes subía a su terraza, ponía a su cantante preferido y cantaba a todo pulmón y bailaba embriagada de ganas, era un espectáculo precioso. Tenía una sonrisa que le robaba la atención al sol, y es que no era necesario que dijera algo, si sonreía bastaba, ella era un milagro

Las miradas te salvan o te destruyen

Soy de las personas que cree en el poder de las miradas. Él podía darme todo su amor en una sola y le seguía una sonrisa que podría romperme hasta cuatro veces al día. A veces me miraba como si quisiera poseerme y supiera exactamente cómo hacerlo, anclándose a mis puntos débiles, me miraba como si en mí pudiera afirmar su esperanza. Otras, me desnudaba con sólo mirar hacia mí y, aunque apuntaba hacia mis ojos, el tiro daba directo a mi pecho. La estela de su mirada se quedaba incrustada en mis fisuras. El muy maldito sabía cómo desarmarme, armarme, repararme, sabía hacerme polvo y rehacerme del mismo. Llegamos a un punto en el que dejó de verme como si fuera la dueña de la luz y comenzó a escrutarme en cada parpadeo, esta vez su disparo fue letal. Me di cuenta que con tan solo me mirase podría resucitar tantas veces como quisiera o desmoronarme en un tiempo récord. Fue entonces cuando entendí que hay miradas que te salvan o te destruyen. Yo elegí ambas en una misma persona, he ahí la r

Abril 17

No podría pensar en un 17 de abril que no lleve tu nombre. En una fecha que, sin duda, me ha dejado cicatriz en el alma y se ha convertido en la bala del arma que me pongo en la sien cada vez que el calendario me juega bromas y se resiste a cambiar de día. Hay domingos, como hoy, en los que 17 de abril pasa mil veces en una sola mañana o en las madrugadas de verano que es cuando parece que todos los días es esa fecha. Te he escrito un mar de cartas en las que termino ahogada, mi razón ya no me sirve de salvavidas y me desgasto varias vidas en escribirte «Me haces falta». Que 17 de abril es sólo mío y que el año no tiene derecho a reclamármelo pues me lo he ganado a base lágrimas y un amor a medias. Que ese abril 17 se cola por mis sábanas cada vez que siento que la tristeza me abraza y no encuentro la salida del laberinto que me enloquece. Que he perdido la cuenta de todos los abriles que me has robado pues todo el mes es dedicado a ti y a tus putas manías. Que me debes un montón de dí

Sobre crecer

Mírate  caminas como si tu vida fuera un castigo y tu hogar una sentencia. El disfraz de soñadora que te cargabas ahora yace en el suelo al lado de todo el idealismo que vomitaste  cuando te diste cuenta que no eras invencible. Vociferas maldiciones y ya no crees en los cuentos que te alimentaban el espíritu, crees que es estúpido pensar en la posibilidad de viajar en una calabaza o tener un hada madrina. Te han arrancado el brillo de la mirada y tus caderas ya no bailan al compás de la poesía, no hay ilusiones en tu ahora torcido corazón. Qué putada la que te hicieron, maldita sea la hora en la que creciste. — María Celeste R.