Abril 17

No podría pensar en un 17 de abril que no lleve tu nombre.
En una fecha que, sin duda, me ha dejado cicatriz en el alma y se ha convertido en la bala del arma que me pongo en la sien cada vez que el calendario me juega bromas y se resiste a cambiar de día.
Hay domingos, como hoy, en los que 17 de abril pasa mil veces en una sola mañana o en las madrugadas de verano que es cuando parece que todos los días es esa fecha.
Te he escrito un mar de cartas en las que termino ahogada, mi razón ya no me sirve de salvavidas y me desgasto varias vidas en escribirte «Me haces falta».
Que 17 de abril es sólo mío y que el año no tiene derecho a reclamármelo pues me lo he ganado a base lágrimas y un amor a medias.
Que ese abril 17 se cola por mis sábanas cada vez que siento que la tristeza me abraza y no encuentro la salida del laberinto que me enloquece.
Que he perdido la cuenta de todos los abriles que me has robado pues todo el mes es dedicado a ti y a tus putas manías.
Que me debes un montón de días, de meses, de años, que he olvidado lo que despertar con la primavera sin antes recordar cómo nos robábamos todas las estaciones —y también las del tren— creyendo en un para siempre.
Que te quiero, que fuiste el amor de mis días, que me dueles, que no puedo vivir un 17 de abril más si no es contigo.

— María Celeste R.

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