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Mostrando las entradas de junio, 2015

Sueño y Frustración

Ella se llama Sueño, pero se apellida Frustración. Es de las chicas que brincan creyendo  que pueden alcanzar el cielo pero antes de las 6 ya están golpeando el suelo porque no lograron alcanzar ni un rascacielos. Sin embargo yo no conozco a ningún soñador  que no se haya frustrado, se me rompe el alma cuando veo a algunos que tienen la frustración y el fracaso tatuados, pero ella es otro asunto, su apellido no le hace doblar las piernas por más de 37 horas, después de ese tiempo se lava la cara y sale a gritarle al mundo que ya está lista para volver a empezar. Su peor error es ser tan idealista porque se ha tomado doble ración de ganas de salvar un país y derrocar al sistema. Por el día se ve tan despierta y activa que cualquiera pensaría que no es la misma  que llora por las noches y se tapa los ojos con las manos diciendo: No lo logré. Pero ella no sabe que después de esa frase va un Pero lo intenté  y eso significa más, mucho más. Significa que ha dejado de formar parte  del grupo

Poeta con musa

“Estas son las últimas letras que voy a escribirte” Le dije, y ojalá fuera cierto, pero sé que mañana cuando las estrellas se vayan dormir y ya no quede rastro de la noche volveré a estar sentada debajo un cielo que ahoga gritos  que evocan su nombre y comenzaré —como siempre— a ponerlo de protagonista en todos los versos que siempre me rompen un poco el alma. — María Celeste R.

La Flor

Hoy he abierto las ventanas y me he dado cuenta de lo mucho que me he perdido por vivir detrás de las cortinas. Ha crecido una flor naranja que está preciosa y yo me he perdido de ella, incluso el viento que besaba mi falda ya se ha vuelto más cálido, el sol está como para besarlo. He revisado el diario y tengo más poemas que ganas de seguir andando, tienen la palabra morir más veces de las que me hubiera gustado. Mi madre me ha dejado un té en la mesita y me ha dicho que salga por una nueva sonrisa pero no, lo que yo quiero es recuperar la mía, por eso voy a saltarme la ventana y a perseguir —como una loca— a ese amanecer que me está robando los suspiros. Pero antes... ¡Qué bonita está la flor! María Celeste R.

Día de mi Héroe

Siempre he visto a mi padre como el árbol más grande, fuerte e indestructible de mi bosque. Como esa persona que nunca me falla, la que siempre está ahí cuando todos se han ido, quien nunca deja de creer en mí... Y es la verdad, cuando hablo de él le gano a la objetividad y es entonces cuando no hay palabras más sinceras que las que escribo cuando intento describirlo. Cuando era más chica pensaba en mi padre como un súperhéroe (siempre le ha hecho justicia a esa comparación)  pues era quien se regresaba cuando olvidaba la mochila, quien me ayudaba la noche antes del examen de matemáticas, quien siempre cargaba con la cámara para capturar cada momento de mi vida, mi transporte personal, quien siempre resolvía los nudos cuando el hilo de mi travesía de enredaba entre los «porqués». Toda mi corta vida he escuchado que dicen que Dios sólo te presta a tus padres por un tiempo, que al final de la vida volverán a él porque siempre le han pertenecido. Estoy bien con eso porque conozco la miser

Te extraño

Hace tanto tiempo que no me detenía a pensar en por qué la soledad cala tanto en las tardes lluviosas y en por qué me la paso escribiendo en lugar de fumarme lo que queda de tu rastro. Tengo miedo de muchas cosas pero más miedo tengo de golpear las paredes, tirarme al suelo y decir eso tan trillado: «No puedo vivir sin ti». He dejado de bailar sólo para no recordar tus pasos pero aquí sigo, marcándolos en el suelo para que nadie los pueda borrar. No he querido arrancar de mi piel tus caricias porque suelo usarlas como mantra. Quizá no entiendas lo que te escribo  y comprendo  por que tú nunca entendías lo que trataba de decirte y qué mal, por ti, por mí, por el cielo por las fotografías, por todos los poemas que no te enamoraron. — María Celeste R.

Gracias

Gracias es una palabra que se queda bastante corta y no les hace la menor justicia. Hoy terminamos una etapa de nuestras vidas, muchos nos dirán que no es una despedida sino un hasta luego pero admitámoslo, verdaderamente nos estamos despidiendo porque no tenemos la certeza si los cables de nuestras vidas volverán a enredarse. Podría decirles que no cambien, pero no, porque cambiar es de lo mejor que puede pasarnos. Podría decirles que no me olviden, pero no, porque sé que nadie es indispensable. Podría decirles que nos quedemos, pero no, porque ya hace falta cambiar nuestro rumbo. Siempre creí que cuando saliera del instituto extrañaría las paredes, los muros, los salones, la acera, el jardín, en fin, creí que extrañaría la estructura, sin embargo, ahora estoy segura que a a quienes voy a extrañar es a cada uno de ustedes, porque sí, ustedes son quienes le daban vida a este par de ladrillos. Quiero agradecerle Dios por permitirme seguir aquí, a mis maestros por ser mis guías y mi insp

Arriésgate

¿Y si hablamos de lo estúpido que es no arriesgarse? Porque está claro que es estúpido y bastante cobarde. Pero pasa y pasa siempre. La mitad de mi corta vida me la pase temiendo, sin alegrías, fracasos  o victorias, y les seré sincera: era una inútil. No sabía hacer nada porque nunca me había arriesgado, ni me había equivocado, tampoco había oportunidad de aprender la lección. Tuve que darme cuenta de lo cuerda y aburrida que era mi vida para tomar cartas en el asunto. Y no hablo de asaltar bancos o perseguir el amanecer. No. Hablo de decir «sí», de atreverse a ser diferente, de bailar sin saber hacerlo. Si quieren volverse locos, háganlo,  pero vivan. Los días pasan tan rápido que es más fácil  arrancar toda una semana de los papelitos del calendario. Por eso, antes de llegar al punto de despertar a los 45 años  y decir “¿Qué carajo hice con mi vida?» y llorar o maldecir la carrera que escogiste o la persona con la que te casaste... Vive, aférrate, suelta, abandona, no cedas, da igua

Es entonces cuando te conviertes en vida

Me he acostumbrado a caminar sobre el papel y es lo mismo a caminar encima de alambre porque sí, la poesía duele pero me gusta. Es una de esas chicas que son terribles amando pero es imposible no amarlas, la poesía es un bonito suicidio y el mejor develo del humano que la escribe. Ya me he acostumbrado a dejar parte de mí en cada letra, en cada coma, en cada punto. Y luego estás tú, que la poesía no te hace la menor justicia porque admitámoslo  no hay poema sin la musa, entonces si la vida es poesía y tú eres la musa pero no estás, entonces, cariño, sin ti no hay vida. Y ojalá que te acuerdes de esto cada vez que se te ocurra irte y no regresar. Y ojalá que me quieras y tatúes tu poesía en mi espalda, porque si no, sólo seré un lienzo tan triste y seco como el desierto que forman las despedidas. — María Celeste R.

Cobardía

Me faltó valor para decirte que tu nombre es una herida que escuece al susurrarla, que eres el dueño de todos los reproches  que tengo guardados bajo el colchón, que los días contigo eran los únicos que no arrancaba de mi calendario, que tu sonrisa me provoca lo mismo que la poesía hiriente que desgarra el alma pero es tan bella que todo se lo perdono. Que las flores que me diste me espinaban más que la alegría que me daba al verlas en el florero que terminó roto como todo lo que tú me diste. Que el verano se nos hizo invierno  y tu actitud, un iceberg, que tu barco me ahogaba más que estando fuera de él. Me faltó valor para decirte que lo nuestro dolió más de lo que sanó. — María Celeste R.