Día de mi Héroe

Siempre he visto a mi padre como el árbol más grande, fuerte e indestructible de mi bosque. Como esa persona que nunca me falla, la que siempre está ahí cuando todos se han ido, quien nunca deja de creer en mí... Y es la verdad, cuando hablo de él le gano a la objetividad y es entonces cuando no hay palabras más sinceras que las que escribo cuando intento describirlo.
Cuando era más chica pensaba en mi padre como un súperhéroe (siempre le ha hecho justicia a esa comparación) pues era quien se regresaba cuando olvidaba la mochila, quien me ayudaba la noche antes del examen de matemáticas, quien siempre cargaba con la cámara para capturar cada momento de mi vida, mi transporte personal, quien siempre resolvía los nudos cuando el hilo de mi travesía de enredaba entre los «porqués».
Toda mi corta vida he escuchado que dicen que Dios sólo te presta a tus padres por un tiempo, que al final de la vida volverán a él porque siempre le han pertenecido. Estoy bien con eso porque conozco la misericordia de Dios y he sido testiga de su bondad ya que no pudo prestarme mejores padres que los que tengo, me siento la persona más afortunada pues estoy segura que escogió a los indicados, no se equivocó...
Hoy, papá, pongo de pretexto el día del padre para decirte gracias (una palabra que se queda muy corta pero no se ha inventado una que exprese mi gratitud) por todo lo que me has dado y me has enseñado. Que nunca olvidaré cuando manejaste más de 8 horas en un fin de semana sólo para llevarme a la FIL de Guadalajara, de la que no sabías mucho pero confiaste en mí cuando te dije que era lo que más quería en ese momento. Que significaba mucho para mí cada vez que llegabas tarde al trabajo por ir a mis festivales o los eventos que había en el colegio. Que siempre te agradeceré por lo rápido que fuiste por mí a aquella fiesta en la que ya no quería estar, que jamás dejaré de amar la forma en la que me escuchabas y nunca me subestimabas a pesar de mi poca experiencia. Gracias por todo.
Si pudiera, robaría todas las velitas de cumpleaños, todos los 11:11 o los dientes de león para pedir un deseo: Que siempre seas feliz y darte un poco de lo mucho que tú me has dado.
En cuanto a la palabras me quedo corta, nunca podré competir con tus acciones y con tu amor.
También mereces saber que todos los poemas que hablan sobre valentía tienen tu nombre y que no hay persona en la tierra a la que yo admire más.
Te quiero mucho, papá, tú eres un ejemplo del milagro de vida de Dios porque cuando él preguntó: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”, mi madre y tú respondieron: “Heme aquí; envíame a mí”... Es por eso que no hay siervos más comprometidos que ustedes cuando sin pensarlo le dijeron «sí» a vivir de la mano del Señor y nos invitaron a mi hermana y a mí a bailar bajo su gracia.
Te amo, papá.


— María Celeste R.

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