Entradas

Mostrando las entradas de 2020

Ni idea

He estado aquí antes, pero no recuerdo mucho. Sé que hice todo lo posible por olvidar, pero las heridas aún son visibles, ya no arden, pero sé que están. Pienso mucho antes de actuar, quizá por eso a veces me quedo con las ganas, pero en cada intento me muero un poquito, y quisiera avanzar más. Suele no importarme el desgaste pero eso no significa que no lo note y que no me duela. "Pero estás aprendiendo", me repito. Ha sido un año difícil, creo que para todos, pero he envejecido treinta años más en pocos meses. Y tengo miedo. Y lloro a escondidas. Y el enojo se me queda en la garganta. Pero soy feliz, lo prometo, sólo que así es la vida, ¿no? ¿Tiene sentido lo que escribo? Espero que sí. Y si no, tampoco pasa nada. - María Celeste R.

Confinamiento

Somos canciones sin terminar, espejos rotos que creen en la suerte, líneas torcidas, aceras quebradas. Y pedimos que el mundo se detenga, al menos por medio minuto, que nadie llame a la puerta y nos dejen preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, porque ya no tenemos certeza sobre nada. Y de repente, lo que siempre deseamos deja de tener sentido, nuestros sueños se cambian por otros y parece que nada de lo que hemos construido vale la pena. Y regresamos al principio, a dónde no sabíamos nada, a la búsqueda de razones, al descarte de caprichos. Toca empezar de nuevo, ser valientes, renunciar a todo y tomar lo único aún nos importa. - María Celeste R.

O no

Ya no quiero pedir disculpas por ser yo misma, ni caminar mirando al suelo pidiendo perdón por mi existencia. Me ha costado coserme las heridas, los recuerdos escuecen y no soy capaz de leer lo que escribí ayer. Le escribo cartas al pasado rogando no recibir respuesta porque entierro todo lo que me lastima. No voy a ser la niña triste por siempre porque mi destino no es llorar en las esquinas. Voy a cambiar el rumbo y a aceptar que soy lo que soy porque no existe nadie más así, me guste o no, les guste o no. - María Celeste R.
Perdón porque no me despedí, ni miré hacia atrás, tampoco te escribí. Me guardé el amor muy dentro de mí, justo a lado de mi pequeño pero poderoso ego. Perdón porque no respondí a ninguna llamada, no pregunté por ti ni te deseé feliz cumpleaños. Dolía pensarte y yo no soy de las que sufre en voz alta. Perdón porque huí y decidí no correr riesgos, elegí protegerme y enterré mi vulnerabilidad. Perdón por disculparme hasta ahora pero aún lloro viendo el regalo que me diste. Lo que sí es un hecho es no me voy a disculpar por haberme elegido. Eras tú o yo y yo siempre he estado para mí. Incluso antes de ti. - María Celeste R.
Llevamos tanto tiempo lidiando con nosotros mismos que ya se nos han olvidado  las miradas furtivas  y los reproches  gritando hacia el espejo. El encierro me ha reconciliado  conmigo misma,  con la que fui hace diez años  y con la que seré. Yo no sé si esto terminará pronto  ni si seguiré cuerda para entonces,  sólo sé que ya no tengo miedo  porque ya he hecho lo que más me aterraba: pedirme perdón. -María Celeste R.

Quiero parar la búsqueda

Nunca espero encontrarte a donde que sea que vaya pero te busco en todos los rostros que se detienen un segundo a mirarme. Y los miro con un poco ilusión deseando que seas tú pero no lo son y siento alivio. He visto unas manos parecidas a las tuyas, he querido tomarlas y pedirles que no me suelten pero he salido del sueño y la realidad me revienta la cara diciéndome que, de nuevo, no eres tú. He olvidado tu voz, tu risa, hasta tu número telefónico, pero no olvido cómo me hacías sentir ni la sonrisa con la que le hablaba a todos sobre ti. Nunca espero encontrarte pero siempre termino buscándote. - María Celeste R.

No me disculpo por ser yo

Me gusta reír escandalosamente, dibujas flores en los márgenes de las hojas, llorar para detener mi mundo un ratito, mirar a las personas a los ojos. Me gusta cantar e inventarme la mitad de la letra, el helado en los días soleados y esconderme debajo de las cobijas cuando llueve. Me gusta releer los libros, hablar sola y gritar cada que se me ocurra, aunque parezca desquiciada. Me gusta ser yo, quien soy y ojalá me siga gustando cuando sea mayor. - María Celeste R.

Mi lucha

Intento quererme y sonreír casi siempre, mirar a ambos lados cuando cruzo la calle, responder todos los mensajes al minuto y reconfortarme si no hay nadie cerca. Intento sacar lo mejor de mis fracasos y pensar que todo es oportunidad de aprendizaje, anotar cada semana una ridícula frase motivacional en mi agenda y creer que todo va a mejorar. Intento, siempre, intento no derrumbarme. Y esa es mi guerra constante. -María Celeste R.

No lo sé

A menudo me pregunto si mi yo de ocho años se siente orgullosa de las decisiones que tomo, y me aterra la respuesta. Pocas veces sé a dónde debo ir, qué hacer para no afectar a nadie, cómo sentirme segura sobre lo que decido. Me da miedo voltear y darme cuenta de que las piedras con las que tropiezo ahora son las mismas que, en el pasado, lancé al futuro sólo porque me llenaba la cabeza de imposibles. No tengo certeza sobre nada, voy a tientas creyendo cada dos por tres que l o que hago no es tan incorrecto. Quiero quitarme la nube de la cabeza o que me llueva de una vez por todas. Ya no soporto la sombra sobre mí. - María Celeste R.

Lo bien que te queda

Podría contarte sobre las noches que no he dormido por sonreír como tonta y contarle a la almohada lo bien que te queda esa sonrisa de lado, tu agrio sarcasmo, el ímpetu en tus palabras, ese lunar en tu lóbulo. Que la revolución de poesía que causas en mí cuando me miras provoca que cualquier palabra rime con tu nombre y que cada verso termine en tu boca Podría decirte que te quiero, con toda mi vulnerabilidad, con todos los miedos pero también, con todas las ganas. Así que sí, te quiero, y me estoy cubriendo el rostro, y estoy mordiéndome los labios para dejar de sonreír, estoy enloqueciendo y te quiero, a pesar de mí, a pesar de todo. - María Celeste R.