Por si nos despiertan

Decirnos «te amo»,
incendiar nuestras ganas
y bailar sobre las cenizas,
ser pluma y papel,
fuego y viento.
Abrir las puertas, las ventanas
y desempolvar la memoria.
Vivir en un girasol
y mirar el cielo
hasta que creamos que ese es nuestro hogar.
Correr a la velocidad de las aves
y volar con la misma pasión
con la que nadan las sirenas
—creo en ellas y no me interesa la opinión científica—.
Colarnos entre un par de comillas
y encerrarnos en un par de líneas,
bajar la cremallera 
y desvestirnos de ansiedad,
jugar a que tú me escribes
y yo me encuentro.
Tejer y bordar caminos
en los que podamos caminar,
bebernos las madrugadas 
en cualquier bar.
Trazarte un beso
y seducir a tus instantes,
decir “lo siento”
y soltar ese orgullo que cargamos.
Despeinar el mar y meter sal en tu pecho
hasta que sanen las heridas,
embriagarnos de nosotros mismos
y deshacerte la costumbre.
Robarte el verano
y volarte la sombrilla,
ser viento
y tú, el diente de león.
Hacer todo eso ya,
en esta vida,
no esperar a la reencarnación,
es ahora o nunca,
hacerlo ahora
por si nos despiertan.

— María Celeste R.

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