Las expectativas al suelo

No suelo esperar mucho de las personas, intento protegerme bajando las expectativas. Ya sabes, entre más alto, más dura la caída.
De la única persona que espero muchísimo es de mí. Me he exigido toda la vida y sé que no me voy a fallar porque conozco mejor que nadie cuánto me esfuerzo.
Así que, cariño, de ti no esperaba la luna, las estrellas o el cielo entero. No esperaba que fueras incondicional, que me perdonaras todo o sentirme única para ti, hoy en día eso sería pedir demasiado. Y ya sé, qué triste.
Tan sólo esperaba que me quisieras lo suficiente como para querer intentarlo siempre, que te alegraras al verme, que no quisieras tirar todo al vacío cada dos por tres.
Al final me dolió más lo que dejaste de hacer que lo que en realidad hiciste. Que te fueras y no se te encogiera ni un poquito el corazón, que tu último mensaje no fuera una despedida sino un reproche hostil, que me miraras una última vez y no te dieran ganas de regresar.
Quizá pido demasiado.
O no.

- María Celeste R.

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