Nada sobra

Me siento muy suicida
al estar sentada al lado de una ventana
que mira como llora el cielo,
al estar despierta en la madrugada,
al tener papel y pluma en mano.
No sé qué cicatrices volveré abrir
estando en estas condiciones
ni que tan profundo será el abismo
en el que me he convertido
y en el que cualquier cosa (o persona) que entra
cae,
cae,
y cae,
nunca escucho el golpe final.
Mis ojeras dicen que he dormido 
sólo un par de horas,
yo digo que los sueños se me están muriendo.
No he salido de casa en todo el día
y ha sido todo un caos,
me he mirado en el espejo
y me he visto diferente,
podría decir que imparable
pero es que hoy mi espíritu idealista
corrió todo un maratón,
quizá es por eso que ahora
estoy tan abatida
y cansada
que no me queda más que recoger los retazos
que van dejando mis momentos
de luz y entrega.
Llevo días tratando de equilibrar 
mis sentimientos.
No sé cómo manejar la libertad
que se me está dando
ni cómo sobrellevar la constante montaña rusa
que es ahora mi vida.
Qué jodido es mi caso.
Es por eso que siento tan suicida
por estar en un escenario totalmente
nostálgico y melancólico,
no sé que saldrá de todo esto,
quizá un poema mal estructurado
o un montón de preguntas,
este ambiente va a provocar que las letras
por mis fisuras se desborden,
da igual ya llevo en la libreta un cúmulo de cicatrices.
Disculpen mi desorden
Es que en el desastre ya hice mis raíces.


— María Celeste R.

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