Bastó una semana
No quiero un puto reloj que me diga que voy tarde de nuevo a tu vida,
una margarita con un solo pétalo
o una canción que te coja los recuerdos.
No quiero una sonrisa a medias
que rompa la mitad de mi tristeza,
un océano que haya secuestrado todas mis lágrimas
o un poema que tenga complejo de cuchilla
y este obsesionado con mis muñecas.
No quiero nada de ti.
Ni el recuerdo de tu cabello en mis manos,
tu cínico hoyuelo,
mis labios en tus comisuras
o la imagen de tu mirada embargada de anhelo.
No quiero,
pero lo tengo
y no me queda nada más por hacer
que abandonarme en la eterna agonía
de quererte,
con todo lo que implica.
Lo acepté cuando un día te miré,
te dije «Te quiero»
y a la semana ya estaba consiente
que estaba perdida,
loca por ti.
— María Celeste R.
Comentarios
Publicar un comentario